Cuando tu amas a alguien, tu no lo amas todo el tiempo, exactamente del mismo modo, de momento a momento. Esto es imposible. Es aún una mentira pretenderlo. y todavía esto es exactamente lo que
en mayor parte nos demanda. Nosotros tenemos tan poca fe en el flujo y reflujo de la vida, de amor, de relaciones. Nosotros brincamos en el flujo de la marea y resistimos con terror cuando
mengúa. Nosotros tenemos miedo que nunca vuelva. Insistimos en la permanencia, en la duración, en la continuidad; cuando la única continuidad posible, en la vida como en el amor, es el
crecimiento, en la fluidez- en libertad, en el sentido en el que los bailarines son libres, casi sin tocar como ellos pasan, pero compañeros en el mismo modelo.
La única seguridad real es no dominar o poseer, no demandando y esperando, agudeza en la esperanza, igual. La seguridad en la relación descansa en no mirar atrás nostálgicamente, ni hacia
adelante con temor y anticipación, sino viviendo en la presente relación y aceptándola como es ahora. Las relaciones deben ser como islas, Uno debe aceptarlas por que hoy están aquí y ahora,
dentro de sus límites- islas, rodeadas e interrumpidas por el mar, y continuamente visitadas y abandonadadas por las mareas.
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